Fuimos a ver este castillo como colofón a nuestro viaje por tierras vallisoletanas. Es visitable, aunque con visitas libres, lo cual hace que pierda mucho. Es un castillo muy grande y precioso. Por su cercanía a la capital vallisoletana (a 6km) acogió las primeras Cortes de Castilla y León desde su constitución en 1983 hasta 2007 cuando se trasladó a su nueva sede en Valladolid. Es sede del Centro de Estudios de los Castillos por lo que en su interior podremos encontrar mucha información de los mismos y maquetas de los castillos más importantes de la provincia de Valladolid. Como decía es muy bonito y, se ha mantenido muy bien al estar construido con sillería, lo que le da un aspecto muy recio.
Este majestuoso edificio se construye a mediados del siglo XV por la familia Vivero, nobles de origen gallego, como residencia señorial, con la influencia de la primera época de la Escuela de Valladolid. Dada la gran envergadura proyectada, y el tiempo necesitado para llevar a cabo la obra, al final, no se le da a la al castillo la altura prevista en proporción a la torre del homenaje, por lo que ésta resalta mucho más. Su promotor fue Alonso Pérez de Vivero que era secretario y contador mayor del reino de Juan II. Alonso Pérez falleció prematuramente, por lo que el castillo es concluido por su nieto Alonso de Vivero, segundo Vizconde de Altamira que fue protector del secreto del casamiento de los Reyes Católicos celebrado en su palacio de Valladolid y que pasaron su luna de miel en este castillo.
El castillo es de planta cuadrada con sus ángulos rematados con cubos cilíndricos. La torre del homenaje de 34m de altura, se encuentra adosada al muro norte en ella aparecen los escudos de los Dávila-Guzmán y de los Vivero. Es de planta rectangular, cuenta con tres pisos, un sótano y una escalera de caracol que las une. Su terraza es almenada y tiene cuatro garitas en sus esquinas que se prolongan hasta el suelo convertidas en cuatro finas torretas. Cada piso está abovedado y provisto de ventanas con rejas.
La fortaleza contaba con un puente levadizo para acceder a la torre. Las construcciones interiores formaban una "U" alrededor del patio de armas. Fue concebido como residencia y no como fortaleza por lo que nunca contó con una gran guarnición. En 1521 fue ocupado con facilidad por las tropas comuneras, que lo convirtieron en uno de sus bastiones. Fue restaurado en 1983 por la Diputación para convertirlo en Parador Nacional aunque no llegó a usarse en ese sentido al ser cedido para acoger a las Cortes de la comunidad, por lo que hubo de dotarlo a las nuevas necesidades construyendo en su patio de armas el hemiciclo. El castillo es propiedad de la Diputación de Valladolid.
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