Cuando uno piensa en catedrales, suele imaginar grandes templos góticos, fachadas impresionantes y órganos que suenan a siglos de historia. Pero en Plasencia, una de las ciudades más importantes de Cáceres, al norte de provincia, que muchos pasan por alto, te espera algo completamente inesperado. ¡Una catedral doble!
Sí, tal cual. Dos catedrales, construidas en épocas distintas, que conviven dentro del mismo conjunto monumental. No es una leyenda local ni un malentendido arquitectónico. Es una realidad que te deja con la boca abierta en cuanto cruzas sus puertas. La historia comienza en el siglo XIII con la construcción de la Catedral Vieja, una iglesia de estilo románico tardío con toques góticos, sobria, recogida y con un encanto muy medieval.
Pasear por su interior es como entrar en otra época: arcos robustos, un claustro silencioso y una curiosa cúpula octogonal conocida como la “torre del melón”, que por su forma parece sacada de otro continente. Todo tiene un aire misterioso, como si aún flotaran en el ambiente las oraciones de los siglos pasados. Aquí no hay grandilocuencia, hay historia pura.
Pero justo cuando crees que ya has visto lo más interesante, aparece la Catedral Nueva, empezada a finales del siglo XV con la idea de sustituir a la vieja… aunque nunca llegaron a terminarla. Y menos mal. Porque gracias a eso, hoy tenemos este híbrido arquitectónico único en España. La parte nueva impone: bóvedas altísimas, columnas esbeltas, detalles platerescos por todas partes y un retablo mayor que es una verdadera obra de arte, firmado por Gregorio Fernández, uno de los grandes escultores del Barroco español. Lo impresionante no es solo el arte en sí, sino el contraste. Pasas de la oscuridad austera a la luz elevada. De lo románico al Renacimiento en apenas unos pasos. Es una experiencia muy poco común y absolutamente fascinante.
La Catedral de Plasencia no es un monumento más, es una cápsula del tiempo construida en piedra, donde los estilos no se anulan, sino que se abrazan. Es un lugar que cuenta mucho más de lo que parece a simple vista: la historia de una ciudad que quiso crecer, de una fe que cambió con los siglos, y de unos arquitectos que, sin saberlo, dejaron uno de los templos más singulares del país. Si visitas Plasencia, no lo dudes ni un segundo. Tómate tu tiempo, entra sin prisa y déjate llevar. Porque hay pocos lugares como este, y ninguno igual.
La entrada a la catedral incluye el acceso tanto a la parte vieja como a la nueva, y suele haber opción de visita libre o guiada (muy recomendable si quieres enterarte de todos los secretos que esconde). Si puedes, intenta subir al campanario: las vistas del casco histórico y del valle del Jerte desde arriba son una pasada.
¡¡Conoce y vive España!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario