Situado en la parroquia de Oleiros, en el municipio de Ribeira, dentro de la provincia de A Coruña, Galicia, el Dolmen de Axeitos es un monumento megalítico. Se le conoce popularmente como “La Puerta del Druida” y es uno de los ejemplos más representativos de arquitectura funeraria prehistórica en el noroeste peninsular. Su emplazamiento no es casual, ya que se alza en una zona elevada desde la que se dominan amplias vistas, lo que le daba un carácter simbólico y de control del territorio.
Su construcción se remonta al Neolítico final, aproximadamente entre el 3600 y el 4000 antes de nuestra era. No fueron reyes ni personajes concretos quienes lo mandaron levantar, sino comunidades agrícolas y ganaderas que empezaban a asentarse en la zona. Estos grupos humanos utilizaban los dólmenes como tumbas colectivas, en las que se depositaban cuerpos acompañados de ajuares, útiles de piedra y objetos de adorno. Más que la obra de un individuo poderoso, el dolmen de Axeitos refleja el esfuerzo colectivo de aldeas enteras que compartían creencias sobre la vida y la muerte.
En cuanto a su arquitectura, está formado por varias piedras verticales que hacen de soporte (ortostatos) y una gran losa horizontal a modo de cubierta. Este tipo de construcción recibe el nombre de “cámara poligonal” y originariamente estaría cubierta por un túmulo de tierra y piedras que hoy prácticamente ha desaparecido. Se calcula que la piedra de la cubierta pesa varias toneladas, lo que nos habla de un conocimiento avanzado en técnicas de transporte y colocación, aunque sin herramientas de metal ni animales de tiro como se usarían siglos después.
El dolmen de Axeitos ha sobrevivido al paso del tiempo, a pesar de que durante siglos estuvo olvidado o considerado simplemente un conjunto de piedras sin importancia. No fue objeto de conquistas en el sentido clásico, pero sí pasó por épocas en las que la población lo rodeaba de leyendas y supersticiones, relacionándolo con druidas, tesoros ocultos o puertas a otros mundos. Hoy en día, el monumento está protegido y en un buen estado de conservación si lo comparamos con otros megalitos, aunque el desgaste natural y el expolio antiguo han reducido parte de su estructura original.
En el plano histórico, este dolmen se sitúa muchos milenios antes de la llegada de reinos, castros celtas o la romanización de Galicia. Su importancia radica precisamente en mostrar cómo eran las sociedades que precedieron a esas etapas posteriores. Se trata de una huella directa de las primeras comunidades organizadas de la región, que con este tipo de monumentos buscaban perdurar más allá de la vida individual.
Como curiosidad, se dice que su nombre puede derivar del gallego “axeito”, que significa “ajustar” o “colocar”, lo que tendría relación con el hecho de que las piedras están perfectamente encajadas entre sí. Además, se ha convertido en un punto de atracción cultural y turística, no solo para quienes buscan historia, sino también para los que se sienten atraídos por lo misterioso y lo ancestral.
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