Las Torres de Allo en realidad es un pazo en el que, cuando fuimos acogía un campamento de verano de niños pequeños. Al menos nos dejaron de acceder al patio cuando los niños estaban en el interior del edificio y pudimos hacer algunas fotos.
Las Torres de Allo se encuentran situadas en la parroquia de San Pedro do Allo, en el municipio de Zas, provincia de A Coruña. Son uno de los pazos más antiguos y emblemáticos de Galicia, y su historia refleja bien la evolución de la nobleza gallega desde la Edad Media hasta la Edad Moderna. Las Torres do Allo fueron construidas entre finales del siglo XV y comienzos del XVI por la familia Rioboo, una de las casas nobiliarias más poderosas de la Costa da Morte. Este linaje tuvo gran influencia en la zona y en la corte gallega, y levantó esta residencia señorial sobre los restos de una antigua torre medieval defensiva. La capilla preceptiva que todo buen pazo debe tener, se encuentra a unos 100m, es muy bonita y acoge un cementerio a su alrededor.

Con el tiempo, el edificio se amplió y transformó, adaptándose a las necesidades de confort y representación propias de un pazo renacentista, sin perder del todo su carácter fortificado. Desde el punto de vista arquitectónico, las Torres do Allo destacan por su equilibrio entre fortaleza y residencia señorial. El conjunto está formado por dos torres cuadradas unidas por un cuerpo central más bajo, que articula la construcción y le da su aspecto característico. Las torres conservan almenas decorativas, saeteras y un porte sólido de piedra granítica, mientras que el cuerpo central muestra una arquitectura más refinada, con escudos heráldicos, balcones y ventanales propios de una vivienda nobiliaria. En el interior se organizaban las estancias principales, salones, cocinas y dependencias de servicio, además de una capilla anexa dedicada a San Pedro.

Durante los siglos XVI y XVII, el pazo fue ampliado y embellecido por los descendientes de los Rioboo, que lo convirtieron en símbolo de su poder en la región. En su fachada principal lucen varios escudos que muestran alianzas con otras familias gallegas, como los Bermúdez de Montaos o los Moscoso, lo que indica el peso social y político de la casa. La finca incluía tierras de labranza, hórreos, molinos y jardines, formando un pequeño dominio autosuficiente. Su importancia fue más simbólica y económica ya que representaban la autoridad señorial sobre las tierras circundantes.

Sin embargo, en los siglos posteriores, con la decadencia del sistema feudal y la modernización del país, el pazo fue perdiendo protagonismo. En el siglo XIX pasó por varias manos y, como muchos otros edificios de su tipo, sufrió un progresivo abandono. A finales del siglo XX, las Torres do Allo fueron adquiridas y restauradas por la Diputación de A Coruña, que emprendió una profunda recuperación del edificio y su entorno. Gracias a ello, el conjunto se conserva en excelente estado y se ha convertido en un centro de interpretación del patrimonio gallego. Actualmente puede visitarse y acoge exposiciones, actividades culturales y eventos.

Su restauración respetó las estructuras originales y puso en valor tanto el aspecto arquitectónico como el paisaje rural que lo rodea. Como curiosidades, las Torres do Allo son consideradas uno de los primeros pazos de Galicia, es decir, una de las primeras residencias donde la arquitectura defensiva medieval se transformó en un modelo de vivienda nobiliaria más abierta y representativa. Además, su nombre —“Allo”— parece derivar del topónimo local y no tiene relación con el ajo, aunque esa confusión es frecuente entre visitantes.
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