Es un precioso castro galaico con un buen acceso, que es grande y que está en un entorno natural de inigualable belleza gallega. Es un castro que nos gustó mucho ya que se encuentra muy bien habilitado para poder visitarlo, aunque eso sí, está abandonado. Allí no hay un centro de interpretación, ni guardias ni nadie que cuide este monumento de la cultura gallega.

El Castro de Borneiro es uno de los yacimientos arqueológicos más emblemáticos de la cultura galaica anterior a la Romanización de Galicia. Se encuentra en el municipio de Cabana de Bergantiños, en la provincia de A Coruña, a unos pocos kilómetros de la costa de la Costa da Morte. Está situado en una ladera próxima al río Anllóns, lo que le proporcionaba agua y buenas condiciones defensivas. El entorno, rodeado de vegetación y montes suaves, conserva todavía un aire antiguo que ayuda a imaginar cómo era la vida en este asentamiento hace más de dos mil años.
El castro fue habitado aproximadamente entre los siglos IV a. C. y I d. C., coincidiendo con el final de la Edad del Hierro y los inicios de la romanización de Galicia. Sus habitantes pertenecían a una de las comunidades célticas o galaicas que habitaban esta región antes de la llegada de Roma. Estas gentes vivían organizadas en tribus o clanes, sin reyes conocidos, y su sociedad se basaba en la agricultura, la ganadería y el intercambio. Los castros eran sus poblados fortificados, construidos en lugares estratégicos y defendidos por murallas, fosos y rampas naturales o, en algunos casos hechas por ellos mismos.
El Castro de Borneiro destaca por su excelente estado de conservación y por haber sido uno de los primeros castros excavados científicamente en Galicia, a mediados del siglo XX. Presenta una estructura muy característica de este tipo de asentamientos, un recinto amurallado que rodea las viviendas y los espacios comunes. Dentro del perímetro defensivo se conservan unas cincuenta construcciones, muchas de ellas de planta circular y otras de forma rectangular, lo que refleja diferentes etapas de ocupación. Las casas estaban hechas con muros de piedra seca y techos de materiales vegetales. Además, el castro contaba con calles empedradas, zonas de paso y una posible área de reunión o espacio comunal.
En lo que respecta a su historia, el castro no muestra signos claros de destrucción violenta, lo que indica que probablemente fue abandonado de forma pacífica, quizá por el avance de la romanización y la concentración de población en nuevos asentamientos más adaptados al modo de vida romano. Esta romanización formó parte del proceso general por el cual Roma incorporó los territorios del noroeste peninsular tras las guerras cántabras, hacia el cambio de era. Durante esa transición, es probable que algunos de sus habitantes se integraran en la nueva administración romana y adoptaran costumbres más urbanas.
Entre las curiosidades más interesantes del Castro de Borneiro destaca que, durante las excavaciones, se encontraron numerosos objetos cotidianos como cerámicas, molinos de piedra, herramientas de hierro y restos de armas. También se hallaron piezas decoradas y elementos de adorno personal, lo que da una idea de la vida cotidiana y del cierto grado de desarrollo artesanal que alcanzaron sus habitantes. Además, se descubrieron indicios de fundición de metales, lo que sugiere que el castro no solo tenía funciones domésticas, sino también económicas y productivas.
El estado actual del castro es muy bueno. Está limpio, señalizado y abierto al público, formando parte de una ruta arqueológica que incluye otros lugares de interés del entorno, como el Dolmen de Dombate. La visita permite recorrer sus calles, observar las viviendas y entender mejor cómo se organizaba la vida en una aldea castreña. Su ubicación, además, ofrece unas vistas amplias sobre el valle del Anllóns, lo que explica la elección del emplazamiento por motivos tanto defensivos como prácticos.
El Castro de Borneiro es, en definitiva, un testimonio valioso del pasado prehistórico y protohistórico de Galicia. Representa una etapa clave de transición entre el mundo indígena y la influencia romana, y constituye una muestra del ingenio y la capacidad de adaptación de las comunidades que habitaron estas tierras antes de la historia escrita. Su conservación y estudio continúan aportando información sobre una de las culturas más antiguas y singulares del noroeste ibérico.
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