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domingo, 2 de noviembre de 2025

Dolmen de Regoelle (A Coruña) ⭐⭐⭐⭐☆

     Este dolmen no es muy grande, y el camino para llegar no está demasiado bien. Con un coche alto, se puede ir sin problema, pero con una bajito, mejor aparcar al inicio del carril y acercarse andando ya que no está demasiado lejos. A nosotros nos gustó mucho este monumento megalítico gallego. 





    El Dolmen de Regoelle se encuentra en el término municipal de Dumbría, en la provincia de A Coruña, Galicia, muy cerca de la parroquia de Regoelle. Está situado en una zona de suaves lomas, rodeada de campos y montes bajos, típica del interior coruñés. Su localización no es casual, se alza en un punto elevado, desde el cual se domina parte del paisaje circundante, lo que sugiere una elección simbólica y estratégica. Este tipo de emplazamientos eran habituales en el megalitismo gallego, tanto por razones de visibilidad como por su posible conexión con rutas de paso o territorios tribales.





    El dolmen pertenece al periodo neolítico, probablemente levantado entre el 3500 y el 2500 antes de Cristo. Fue construido por comunidades agrícolas y ganaderas que ya dominaban la piedra y poseían una organización social lo bastante compleja como para llevar a cabo obras colectivas de este tipo. La construcción de un dolmen implicaba una importante coordinación entre los miembros de la comunidad, ya que hay que extraer, transportar y erigir piedras de varias toneladas sin herramientas metálicas lo cual exigía conocimiento técnico y una planificación precisa.





    Desde el punto de vista arquitectónico, el Dolmen de Regoelle es una típica cámara funeraria de corredor, compuesta por grandes losas verticales (ortostatos) que delimitan un espacio interior cubierto por una gran piedra horizontal a modo de techo. Todo el conjunto estaba originalmente recubierto por un túmulo de tierra y piedras, conocido como mámoa, que servía tanto para proteger la cámara como para darle mayor presencia visual en el paisaje. Hoy, gran parte de ese túmulo ha desaparecido debido a la erosión y al paso del tiempo, pero aún se aprecia la forma general del monumento y parte de su estructura original.





    Su orientación, como ocurre en muchos otros dólmenes gallegos, parece responder a un patrón astronómico o simbólico, posiblemente vinculado a la salida del sol o a determinados momentos del año, como los solsticios. En su interior se cree que se depositaban los restos de varios individuos acompañados de ajuares sencillos —cerámica, herramientas de piedra o adornos—, lo que indica que se trataba de un enterramiento colectivo y probablemente de un lugar sagrado donde se realizaban rituales funerarios.





    El estado actual del Dolmen de Regoelle es relativamente bueno si se tiene en cuenta su antigüedad. Aunque algunas piedras se han desplazado y el túmulo está casi desaparecido, la cámara principal conserva su estructura. Está catalogado como bien del patrimonio arqueológico de Galicia y ha sido objeto de diversas investigaciones y campañas de protección para evitar su deterioro. La vegetación, la acción del agua y el tiempo han dejado su huella, pero el monumento sigue en pie y es una referencia importante dentro de la ruta megalítica de la comarca.





    Una curiosidad interesante es que, como otros monumentos megalíticos gallegos, el Dolmen de Regoelle ha estado rodeado durante siglos de leyendas populares. En la tradición local se habla de mouras, seres femeninos encantados que habitaban en las piedras y guardaban tesoros. También se decía que en las noches de luna llena podían oírse voces o brillos extraños en torno al dolmen, interpretados como señales del otro mundo. Estas creencias demuestran cómo la memoria de los antiguos constructores fue transformada por las generaciones posteriores en relatos míticos, manteniendo viva su presencia en la cultura oral.





    El Dolmen de Regoelle de Dumbría es una huella milenaria de las primeras comunidades estables del noroeste peninsular. Su arquitectura sencilla pero monumental, su ubicación en el paisaje y su persistencia a lo largo de miles de años lo convierten en un testimonio silencioso del pensamiento y las creencias de aquellos grupos humanos que habitaron Galicia mucho antes de la historia escrita y la romanización.


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